El domingo 27 de octubre de 1996 y, en un hecho casi inédito en la historia, se inauguraron dos monumentos que perpetúan la memoria de Carlos Monzón, el más grande púgil profesional nacido en nuestra tierra y uno de los más reconocidos en el mundo.
Pasadas las 11 y, en el Paraje Los Cerrillos, donde Carlos murió el 8 de enero de 1995, lo hizo la Comisión de Homenaje. La obra, proyectada por el destacado arquitecto local Otto Papis, simbolizó desde el humilde origen del rey mediano –representadas por las piedras–, hasta el Paseo de las Defensas (por las 14 veces que expuso exitosamente sus coronas), que rodean a una estatua con las medidas antropométricas exactas de Escopeta, cuyo autor fue el reconocido artista plástico y escultor sanjustino –radicado en Santa Fe– Roberto Favaretto Forner.
A la noche, el Consejo Mundial de Boxeo, que cerraba su XXXIV Convención Anual en el país, inauguró el suyo, que mide más de 16 metros de altura y pesa 24 toneladas, obra del escultor mexicano Mario Rendón Lozano.
Pero, más de 18 años después, el monumento donde Escopeta perdió la vida, erigido a la vera de la ruta provincial Nº 1 Teófilo Madrejón –situado a 12 kilómetros al norte de Santa Rosa de Calchines, y a unos 22 al sur de Cayastá, dentro de cuya jurisdicción catastral se encuentra– presenta un estado de abandono lamentable. Por eso, Silvia Beatriz Monzón de Gómez, hija del formidable rey mediano entre 1970 y 1977, pidió a las autoridades la urgente restauración de la obra.
“Venimos golpeando puertas desde hace muchos años y, por eso, convocamos a los amigos, a los que siguieron la trayectoria deportiva de mi padre, y dijimos «hay que hacer algo», para que alguien se haga eco. Hablé con mucha gente, pero nadie me da una respuesta y, el monumento que hizo el Maestro Favaretto Forner en Los Cerrillos, está a punto de derrumbarse”, disparó anoche en la conferencia de prensa que brindó en el Quincho de Chiquito.
“Por eso –prosiguió– aquí tengo la presentación que hice hoy (por ayer) al gobernador de la provincia, porque yo creo que mi papá hizo conocer al país en el mundo y que, por el estado en que se encuentra, ver si esta gestión puede, o debería, hacer que esta obra de arte se restaure y sirva para que todas las generaciones, y los más jóvenes, puedan saber quién fue mi padre y que puedan saber su trayectoria deportiva. Que desde sus orígenes muy humildes, donde superó tantas carencias, pudo llegar a donde llegó, y que todos los chicos vean que con el deporte pueden salir adelante”, dijo.
“Quiero que el día de mañana mis hijos, mis nietos, mis bisnietos, y todos, recuerden que mi papá ganó el Olimpia de Oro, y que fue el Mejor Boxeador del Siglo XX. Después de haber recibido tantas atenciones en Las Vegas (ver aparte), donde se lo recordó tanto, duele ver que acá son ingratos con los ídolos. Parece que no tenemos sentido de pertenencia, y quiero que se lo recuerde como debe ser. Lo digo en nombre de mi familia, y orgullosa del apellido que llevo”, tiró Silvia.
A su turno, el profesor Favaretto Forner dijo: “Hace 20 años, cuando me convocaron, la obra iba a ser de bronce y, a la hora de fabricarlo, me dijeron que no había fondos y por eso, se haría con cemento, que no es lo ideal para estar en ese lugar, en la ruta. Me decepciona muchísimo que esté así. Días atrás, le manifesté a Silvia que, así como está la obra, hay que pasarla a bronce y, en lo posible, levantarla. En su momento fue algo bueno que la estatua estuviera al nivel del piso, para que la gente la vea y hasta pudiera tocarla pero, con el tiempo, se fue deteriorando. Por eso, va a haber que sacarla y restaurarla, ver si se puede hacer la fundición y, en caso contrario, levantarla por lo menos dos metros. Además, de ser posible, con un cerco para protegerlo”, cerró el escultor.
Años de desidia inexcusable
Desde su inauguración, el 27 de octubre de 1996, la obra que perpetúa los logros deportivos de Escopeta sufrió innumerables actos de vandalismo sin que, a la fecha, ninguna autoridad –del signo político que sea– haya resuelto definitivamente este problema. La escultura de Carlos, con sus medidas antropométricas exactas, presenta roturas en su pie izquierdo; las cadenas que representaban las cuerdas de un ring fueron robadas, al igual que las placas de las 14 defensas de sus títulos; las paredes están rajadas y despintadas; las cerámicas fueron rayadas y destruidas y, otras, quitadas; no hay árboles alrededor, ni agua (algunos directamente usan como baño la parte posterior de la construcción) y, tampoco, energía eléctrica. Y eso que, desde diciembre de 2013, este monumento, erigido en el sitio donde Carlos Monzón se convirtió en leyenda, fue declarado de “Interés Provincial y Bien Protegido” por la Cámara de Senadores de la provincia. Menos mal...
El reconocimiento del CMB para Escopeta
Monzón, grande entre los más grandes. A la 52ª Convención Anual del CMB, que se desarrolló entre el 14 y el 20 de diciembre pasados en el hotel The Mirage de Las Vegas, asistieron 112 actuales o ex campeones mundiales de esta entidad. Silvia representó a su padre y, en la foto oficial, posó junto a todas estas figuras del pasado y el presente, entre ellas, los mexicanos Julio César Chávez, Erik Morales, Ricardo López, Humberto González, Carlos Zárate y Jorge Arce; los estadounidenses Thomas Hearns, Ray Sugar Leonard, Oscar De La Hoya, Floyd Mayweather, Jr., Mike Tyson y Evander Holyfield; el ruso-australiano Kostya Tszyu; el panameño Roberto Durán; el kazajo Gennady Golovkin, y el australiano Jeff Fenech.
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