Con una lección de efectividad e inteligencia, Edgar Sosa aprobó su última prueba antes de buscar su segunda corona mundial. Durante 12 asaltos golpeó sin cesar al valiente Masafumi Okubo, en una labor destructiva sistemática sin prisa pero sin pausa, para conservar el campeonato Internacional mosca del Consejo Mundial de Boxeo, mediante una decisión amplia e inobjetable
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