Bernardo Pilatti | ESPN Digital
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Para Jaime Munguia, era la pelea más difícil, la más complicada de toda su carrera y donde se jugaba mucho más que un campeonato. No solo se trataba de vencer con autoridad al ex campeón mundial Liam Smith. También debía vencer a los escépticos, derrotar a todos los que pusieron el grito en el cielo cuando apareció de la nada como posible rival de GGG y luego de Sadam Ali.
Y lo consiguió de la mejor manera, ante un rival que llegó a dar guerra y recurrir a todos los recursos de su mejor experiencia para recuperar el cetro OMB de las 154 libras. De esa “mancuerna”, salió un peleón, por momentos épico y que permitió confirmar de lo que está hecho Munguia. De pura “raza” mexicana.
No es una exageración. El boxeo mexicano se nutre en lo emocional con esta clase de exponentes: duros, fajadores, que soportan golpeo, que ponen presión asfixiante, que colocan golpes duros en cualquier distancia y con esfuerzo superan todos sus defectos. Porque Munguia tiene debilidades, especialmente defensivas. Pero en aquella clase de dinamita que pesa a la hora de ganar las grandes guerras, Jaime Munguia parece tener reservas inagotables.
¿COMO GANO? ¿POR QUE GANO?
La pelea empezó tan complicada como lo habíamos vaticinado. Liam Smith era un rival apropiado para esta etapa de su carrera, que le permitiría mostrar de qué estaba hecho. Algo que no se pudo ver ante Sadam Ali.
Smith inició el combate utilizando el jab, esperando, contragolpeando y aprovechando la confusión del mexicano sobre que estilo de boxeo utilizar en su ofensiva. Trataba de imponer su actitud, pero no encontraba la distancia y fallaba mucho. A Munguia le costó dos o tres asaltos para ajustar y acostumbrarse al tipo de boxeo de su rival, algo presumible también en lo previo.
Durante la primera mitad de la pelea, el británico logró controlar el combate y aprovechar los defectos del rival. Munguia es lento, cuando falla se expone, en general no se cierra bien y recibe muchos golpes. Cuando apura el ritmo, se desorganiza y pierde el balance. En esos casos, absorbe mucho golpeo, algo que parece compensar todo: asimila mucho y un rival que no tiene pegada que define, como fue el caso del británico, no representa un peligro mayor.
Al sexto asalto, se produjo una caída de Liam Smith, en parte, producto de su confianza por ir a pelearle de tu por tu al mexicano. Desde ese momento, cambio totalmente el dibujo del combate. Del sexto al noveno se vio el mejor Munguia. Ese asalto (el noveno) puede figurar entre los candidatos a mejor asalto del año, tuvo momentos épicos. Allí vimos al mexicano por momentos convertido en una máquina de lanzar golpes, al punto de agotarse y cediendo la iniciativa al rival.
El golpeo a la zona media de Smith, fue el gran responsable para la mejor ofensiva de Munguia. De los 837 golpes que lanzó en la pelea, 586 fueron impactos de poder y de ellos, 71 fueron al cuerpo, golpes duros a la zona media que fueron destruyendo a Smith.
Lo del británico fue meritorio, se esforzó y le dio brillo a la actuación del mexicano a partir de su entrega y corazón. Pero con eso no alcanza ante un rival más fuerte y con tanta capacidad de golpeo.
LAS MATERIAS INCONCLUSAS
El propio mexicano en sus declaraciones sobre el ring reconoció que Liam Smith “le saco lo verde” y aceptó con humildad que necesita ganar experiencia. Prometió mejorar sus defectos para la próxima pelea y ello es un punto a su favor. Para resolver los problemas, primero hay que aceptar que ellos existen.
En su caso, el mayor problema es la defensa y el segundo la administración de su tren de pelea. Defensivamente Munguía sería reprobado en todas las materias. Es lento para bloquear y cuando se cierra es pura imperfección, a lo que suma la lentitud con la cual lo hace. Tampoco sincroniza sus desplazamientos, quedando, durante segundos cruciales, totalmente estático cuando falla o luego de una secuencia de golpeo.
Su asimilación le resuelve todo, pero ante un rival de buena pegada eso puede ser suicida.
A su tren de pelea, por su parte, le falta una mejor administración. Le vimos agotarse luego de poner presión en uno de esos momentos en que lanzaba todo lo que tenía. La mayoría golpes de poder, la mayoría buscando noquear, pero no todos impactos bien dirigidos y efectivos.
Al final de esas secuencias, jalaba aire, se mostraba agotado y por momentos quedaba vulnerable al golpeo del rival. Esos problemas necesariamente deberá trabajarlos pensando en la calidad de sus próximos rivales y en especial la pegada de los mismos, tal vez, superior a la de Liam Smith.
LA GRADUACION MEXICANA
A este jovencito las cosas le han ocurrido de manera vertiginosa. Todo durante este 2018. Pasó de ser un prospecto con mucho futuro a posible rival de GGG, algo que hizo a muchos poner el grito en el cielo. Luego le llegó del cielo esa oportunidad ante Sadam Ali y de primera esta defensa ante un ex campeón que entre sus rivales ha tenido nada menos que a Saúl “Canelo” Álvarez.
Pocos a su edad podrían asimilar de manera tan natural la rapidez con que el destino le puso por delante en tan poco tiempo tantos desafíos. Los ha superado y está en carrera hacia grandes cosas. Tiene la humildad de quien respeta cada peldaño, posee las cualidades natas de los grandes campeones que ha dado el boxeo mexicano y la ambición en forma de sueño de novato que cree en sí mismo y no le asustan las guerras que le aguardan en la ruta. Queda mucho camino por delante, felizmente, y todos, sin duda, disfrutaremos de esa aventura.
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